Autoridades y consumidores de la Unión Europea, que exigen a sus empresas estar al día en normas y certificaciones sobre su comportamiento social y medioambiental, hacen lo mismo con los productores de países en desarrollo que desean vender en suelo comunitario; ayudándoles mediante programas, como el llamado AL-Invest Verde, financiado por la Comisión Europea, que promueve el crecimiento sostenible y la creación de empleo en América Latina.
Este enfoque es una palanca que están empleando las empresas colombianas para conquistar el mercado europeo. Aprovechando como puerta de entrada las relaciones con España, como lo demuestran las importaciones españolas de Colombia, que han pasado de 441,28 millones de euros en 2019 a los 1.527,66 millones que arrojaba la balanza comercial en 2022.
Como ha quedado patente en la reciente rueda de negocios organizada por ProColombia, en la que la presencia de 130 exportadores del país sudamericano y otros tantos compradores españoles y del resto de Europa ha generado unas ventas directas próximas a los 3,18 millones de euros y unas expectativas de negocio que sobrepasan los 22,47 millones. Así lo expone Juan Carlos Garavito, quien, junto a su socia, Paola Forero, fundaron a primeros de año la firma de chocolate de alta calidad Moxé. Un negocio rentable que impacta positivamente en regiones de Colombia, «en las que la pobreza y la vulnerabilidad son aún muy altos, pero hay una elevada proporción de tierra fértil y mucha biodiversidad».
Este chocolate artesanal, catalogado por los expertos de «fino y de aroma» (solo el 5% de la producción mundial recibe esta calificación), se produce en regiones muy afectadas por la pasada violencia guerrillera y paramilitar. Y en zonas donde el Gobierno colombiano y la cooperación internacional han logrado sustituir antiguos cultivos de coca, «reconvirtiendo a los raspachines de la hoja en cultivadores de las habas de color crema del cacao» relata Garavito.
De ahí que este chocolate se conozca ya como «el sabor de la paz». Así, Moxé, que significa gracias en lengua ticuna, un pueblo originario del área amazónica, tiene previsiones modestas («cerrar este año con 15.000 tabletas vendidas, para unos ingresos de 58.000 euros, y triplicarlos en 2024, hasta los 170.000 euros»), habiéndose asegurado buenos contactos en España, y firmado en Islandia su siguiente punto de venta en Europa.
Salud, belleza y bienestar
Por su parte, Vití Control diseña y produce, desde Cartagena de Indias, prendas de material licrado y fibras microtexturizadas basados en la elastocompresión sobre la estructura corporal: trajes de baño, ropa interior, prendas deportivas, fajas posquirúrgicas, prendas pos-parto… El éxito que tiene en EE UU, donde exporta anualmente cerca de 10.000 unidades y prevé abrir tienda propia en breve, se debe, según Uberlis Blanco, su fundadora y CEO, «a cuidar a un tiempo salud, belleza y bienestar, con un elevado componente de I+D, que nos permite armarlas con la menor cantidad posible de costuras».
En cada prenda intervienen al menos 10 operarias: «Madres, cabezas de familia, contratadas cumpliendo todas las normas, para que reciban los beneficios de estar en una empresa». Y empleando maquinaria y procesos que ahorran energía; buscando el menor desperdicio posible de materiales; desechando correctamente los residuos para su reciclaje, y evitando textiles que supongan vertidos no deseados en las fuentes hídricas. «Seguimos el proyecto Efecto Mariposa: entregamos nuestros residuos a microempresas que los reutilizan». Vití Control factura ya cerca de un millón de euros, un 80% llegado del exterior, y acaba de cerrar acuerdos en España, además de Noruega, Rusia y Reino Unido.
Mientras, Sutex lleva 40 años fabricando prendas de vestir (de moda, baño, uniformes…) y para el hogar (tapicería, cortinas y cojines…). Y se ha especializado en telas sostenibles, obtenidas del reciclaje de botellas PET y redes de pesca, con más de 80 bases para decoración, trajes de baño, ropa deportiva… «y cultivos de celulosa o estampaciones con un requerimiento de agua nulo gracias a la sublimación con tintas no contaminantes», explica León Amitai, presidente de la firma.
La enseña está lanzando también telas hechas a partir de un poliéster «que tarda tres años en biodegradarse en comparación con los 150 años del tradicional», continúa el máximo responsable de la empresa, que, una vez conquistado todo su continente, busca su desembarco en el europeo, con España como puerta de entrada.
Fuente. https://cincodias.elpais.com/extras/pymes/2023-11-16/las-empresas-colombianas-conquistan-el-mercado-europeo-con-un-enfoque-sostenible.html